
Poema de:
AURORA GARCÍA RIVAS
De su obra: La sombra del alcaudón
Y me hablas del dolor. La fragancia de láudano
que entorpece la mente, vierte sobre mi carne
bálsamos que ya no pueden redimirme.
Lejos, donde la vida ocupa su guarida,
alguien tañe, melancólico,
un canto funeral. Huyo bajo el techo
celeste y sólo la lluvia
aligera mi deuda. Dejo atrás boca y manos,
los pies y el ombligo.
Desbaratada, como rompecabezas
me rehago,
busco en los escombros
y construyo el Universo
y otra vez
enciende la mañana,
entre la esperanza y la locura,
el resplandor prodigioso de una aurora boreal.
AURORA GARCÍA RIVAS
De su obra: La sombra del alcaudón
Y me hablas del dolor. La fragancia de láudano
que entorpece la mente, vierte sobre mi carne
bálsamos que ya no pueden redimirme.
Lejos, donde la vida ocupa su guarida,
alguien tañe, melancólico,
un canto funeral. Huyo bajo el techo
celeste y sólo la lluvia
aligera mi deuda. Dejo atrás boca y manos,
los pies y el ombligo.
Desbaratada, como rompecabezas
me rehago,
busco en los escombros
y construyo el Universo
y otra vez
enciende la mañana,
entre la esperanza y la locura,
el resplandor prodigioso de una aurora boreal.

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